Hemos pasado sin ninguna clase de pudor de expresarnos con aquella frase maloliente del "Políticamente correcto" a reprimir la expresión de un "Políticamente rentable" por muy que se trata del pensamiento imperante. Ahora, aunque no se diga en voz alta, se piensa: Esto ME ES políticamente rentable.
Desafortunada, la primera expresión solo era una distorsión de la que debería ser: "Éticamente correcto" llevándola así hacia los terrenos del vicio político. Vicio político que yo entiendo como esa vulgarización que pretende teñirlo todo de color político; rojo o azul, izquierda o derecha. Y así nos va.
¿Dónde quedan los valores subyacentes que puedan emerger de los procesos reflexivos propios de la filosofía, la ciencia, la ética e incluso de una moral bien entendida y aplicada? ¿En qué piedra o tabla está escrito que todo deba desarrollarse alrededor del pensamiento político? Y esto es aún más preocupante cuando por regla general, la inmensa mayoría acuerda que la política, lo político, es una porquería embrutecida, por los intereses personales que se contraponen con los generales y hacen de su ejercicio, una actividad grosera. El ámbito perfecto de la corrupción dañina y el peligro de los populismos.
No lo entiendo, ni lo puedo entender. Y aún así, las opiniones generales abundan en lo político y olvidan otros pastos del pensamiento.
Y mientras, el comentario político se ha convertido en la conversación favorita para dar descanso a la discusión futbolística, pero no hay acción/reacción y los oportunistas encorbatados nos van tomando el pelo y lo que es peor, nos llevan a fangales de mal cruzar.
Vivimos en la tontocracia de pensar que opinando de política ya hemos cumplido, pero no hay compromiso, no hay coraje, no hay propósito firme de cambiar nada.
De esto, solo tú puedes darte por aludido si así lo crees; yo ya lo he hecho antes de escribirlo.
De esto, solo tú puedes darte por aludido si así lo crees; yo ya lo he hecho antes de escribirlo.
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Cert, vivim en la tontocracia mentre esperem el següent pas, la Idiocracia.
Hay una expresión muy de sabiduría popular, ahora poco a poco en desuso pues sospecho que su invención fue cosa de otro tiempo, y es aquella que cuando un grupo de personas, generalmente hombres, estaban hablando en corro o tertulia llegaba otro y preguntaba jocosamente: ¿Qué? ¿Arreglando España? La expresión cundió y no se utilizaba solo cuando se suponía que un corro de individuos hablaban a su manera de política proyectando "geniales" ideas. Servía simplemente para todo. Pues eso sucede. Muchos tontócratas se las dan de "geniales" críticos de un régimen o un sistema o simplemente un municipio y enseguida sueltan su tontada, que, como tal, implica alguna frase abstracta, descalificativa, eso sí, y propia de quien se aferra a sus ideas fijas. Arreglar España: ahí ez ná, que diría el castizo. Un imposible, ¿no es genial de verdad, pues, el surrealismo que implícitamente transmite la expresión?